Si a los niños con autismo las ramas no les dejan ver el bosque, puede deberse, en parte, a que la carga que puede suponer procesar todos los árboles del bosque a la vez, dificulta centrarse en la escena completa. Ésta es una de las conclusiones que se refleja en una investigación presentada en el último número de la revista Neuropsychology, publicada por la American Psychological Association (APA).
Un grupo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh y del Sistema de Salud de Pittsburg, ha encontrado que los niños con autismo difieren de los demás niños en dos capacidades específicas de memoria.
La investigación se llevó a cabo con 76 niños de edades comprendidas entre los 8 y los 16 años. La mitad eran sujetos verbales con autismo, y la otra mitad sujetos normales que se utilizaron como muestra control tras ser emparejados en edad, nivel intelectual y sexo. El diagnóstico de autismo incluía dificultades sociales y de comunicación de tipo autista, junto con intereses y patrones de comportamiento restringidos.
Lo que se observó, en primer lugar, fue que los niños con autismo, comparados con los controles, presentaban una memoria más pobre para la información compleja (ya se tratase de una agrupación de elementos individuales o de un solo elemento, pero complejo) tanto si se presentaba en forma de palabra como de imagen. Los niños con autismo encontraban difícil recordar información si necesitaban de una estrategia cognitiva de organización que ayudase al recuerdo, así como si tenían que detectar ese elemento organizativo dentro la propia información.
Los autores especulan que es posible que "los autistas no presenten el intercambio cruzado de información entre sistemas del cerebro-sistemas de memoria y razonamiento- que indica al cerebro cuál es la información importante en la que debe centrarse o cómo organizarla temáticamente".
En segundo lugar, se constató que los niños con autismo mostraban, así mismo, una pobre memoria de trabajo para la información espacial, igual que para recordar con el paso del tiempo en dónde estaba colocado algún objeto una vez que lo perdía de vista. Aunque la memoria de trabajo para la información verbal estaba intacta, un test de recuerdo de secuencias espaciales, distinguía sin dificultad entre niños con y sin autismo. La memoria de trabajo espacial depende de una región específica del córtex frontal que se sabe es disfuncional en el autismo.
Al margen de estas dos dificultades, los niños con autismo no mostraron problemas globales de memoria. Presentaban buena capacidad de aprendizaje asociativo, buena memoria de trabajo y buena memoria de reconocimiento. Dado que se observó que sus memorias diferían sólo en aspectos específicos, piensan que la memoria en el autismo parece estar organizada de manera diferente a como lo está en los individuos normales, lo que estaría reflejando diferencias en el desarrollo de las conexiones del cerebro con el córtex frontal.
Explican algunos de los autores de la investigación, que si el cerebro no identifica y almacena desde el comienzo automáticamente la información clave, se dificulta seriamente la capacidad de interactuar, comunicarse y resolver problemas. Los niños con autismo pueden sentirse desbordados fácilmente por la información compleja que se presenta en las experiencias cotidianas.
Los problemas de memoria señalados pueden afectar al comportamiento. Los sujetos normales automáticamente identifican y centran la atención en los aspectos de la información que son importantes. Sin embargo, las personas con autismo centran la atención en los detalles, lo que puede hacer que no recuerden o que no respondan ante la información que la mayoría de la gente considera relevante.
Articulo cortesía de http://www.infocop.es/
Articulo cortesía de http://www.infocop.es/
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